Sergio Ramos es oceanógrafo por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y Senior Offshore Surveyor en DOF Subsea. Su profesión lo ha llevado a conocer prácticamente todos los océanos del mundo; a través de sus viajes, la práctica de yoga y del buceo lo han acompañado de forma continua.
Sus primeros pasos en el buceo y el yoga se remontan a hace más de 20 años, previo a comenzar sus estudios en el Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la UABC, al cual se integró posteriormente como investigador.
“La primera vez que entré a bucear me sacaba de onda sentir las algas o alguna cosa que me tocara la cabeza o las piernas. Pronto, con la práctica, aprendí que en el mar no hay nada qué temer[…] En cuanto al yoga, conocí el Ashtanga con una maestra, hace ya unos veinte años. Desde entonces no he dejado la práctica, al menos media hora diaria por las mañanas”, recuerda.
Sergio también practica la fotografía submarina, lo que le ha permitido registrar sus viajes y sus expediciones, además de capturar momentos impresionantes tanto al sumergirse como al practicar yoga en los momentos libres que su trabajo le permite:
“He tomado fotos cuando subo, por ejemplo, al helipuerto de las plataformas donde trabajo y tengo tanto el mar abierto como el cielo de frente, con amaneceres o atardeceres bellísimos”.
Entre las experiencias más enriquecedoras que le ha brindado la práctica del buceo, Sergio nos cuenta de una expedición en la Laguna Ojo de Liebre, en un canal llamado el Aguaje que entre amigos bautizaron entonces como el “canal ballenitas”, donde se vieron rodeados por una manada de ballenas:
“Ahora es una zona protegida, pero en ese entonces era una zona silvestre. Un amigo y yo nos metimos en un canal adonde llegaban las ballenas a parir y a amamantar a sus crías[…] Nos acercamos mucho a un par de ellas. Al principio, la mamá se ponía entre nosotros y el ballenato, pero luego se acostumbró y dejó de interponerse. Yo no aguanté la tentación de acercar la mano a la aleta de la ballena. En cuanto la rocé, sentí como el espasmo de su piel, similar a la de piel de un caballo cuando se espanta las moscas. Inmediatamente se hundió, jalándonos a mi amigo y a mí, que nos pusimos espalda con espalda[…] Nuestros amigos en la costa nos gritaban que saliéramos de allí, que nos iban a matar, pero la ballena madre se fue hacia el canal y regresó con siete u ocho ballenas más. Estuvieron rodeándonos a los lados, por abajo, y nosotros nunca sentimos peligro. Es una de las experiencias más significativas de mi vida”.
Mantenerse en el instante
Tanto el yoga como el buceo le han enseñado a Sergio a mantenerse en el presente, y a generar planes y seguirlos meticulosamente para llegar a buen puerto:
“El buceo te exige mantenerte atento. Cada minuto cuenta. No puedes estar pensando en lo que dijo fulanito o fulanita. Hay quienes dicen que debes planear tu buceo y bucear tu plan[…] Lo mismo con el yoga, cuando estás en el tapete, estás en el tapete y la respiración te obliga a mantenerte en el momento[…] En mi trabajo es lo mismo, tengo que estar checando ocho o nueve monitores y no puedo distraerme porque un error puede ser fatal”.
Entre las metas que Sergio Ramos tiene para este año se encuentra regresar a la Isla Espíritu Santo, al norte de la Bahía de la Paz, donde hace años ayudó a hundir un barco donado por la marina para convertirlo en un arrecife artificial y hábitat para la flora y fauna de la zona.
“A mí me tocó mapear esa zona y me hace mucha ilusión volver. Me dicen que ahora es un gran arrecife, hermosísimo”, comenta.
La vida y la carrera de Sergio han estado profundamente entrelazadas con su pasión por el buceo y el yoga. Estas disciplinas no solo le han brindado momentos inolvidables, sino que han moldeado su capacidad para mantenerse enfocado en el presente y ejecutar meticulosamente sus planes, habilidades esenciales en su trabajo. Sergio continúa su viaje de exploración de los océanos, demostrando cómo la conexión con la naturaleza puede ser verdaderamente enriquecedora y significativa.
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