Picasso: Las mujeres del genio


Desde que se produjo el tsunami del #MeToo en 2017 –que denunciaba los abusos de poder de algunos hombres en la industria del cine–, muchas figuras masculinas del mundo de las artes han sido revisadas. Pablo Picasso es una de ellas, quizás por esa razón la falta de suntuosidad con que se dedican a la celebración del cincuentenario de su fallecimiento, y que no han sido lo suficientemente promocionados desde el ámbito político. La relación del pintor con el sexo opuesto fue pasional y tormentosa. Picasso era una campo magnético al que no pudieron abstraerse una serie de mujeres, todas diferentes entre sí, que son el origen y el reflejo de la luz que impulsaba al artista. Compañeras que fueron sucediéndose en periodos vitales y artísticos cerrados en sí mismos. Y que soportaron el fulgor del artista con diferente fortuna.

El periodo Fernande Olivier

Su encuentro se produjo en el verano de 1904. Ella era alta, coqueta, espontánea y de una belleza sencilla. Compañera fiel en una época especialmente dura, económicamente hablando, para Picasso. Las privaciones les impedían llevar una vida más allá de los límites del precario estudio, aunque no eran solo las carencias materiales o el carácter posesivo del artista las que impedían a Fernande su emancipación. Ella era feliz organizando la humilde vida del joven pintor. Y soñaba con una existencia tranquila y aburguesada en la que pudiese regalarse lo que –según Gertrude Stein, amiga de la pareja– le interesaba por encima de todo: el maquillaje y los sombreros.

Los medios económicos trajeron también el distanciamiento de Pablo y Fernande. En 1911 se separaron cuando las aventuras de ambos con otras personas acabaron con la estable relación de siete años. La libertad creadora y emocional que Fernande proporcionaba a Picasso, la presencia inocua, permitió al pintor avanzar en el camino del cubismo y revolucionar el arte moderno. Probablemente, Picasso jamás hubiese roto con Fernande de no haber existido otra mujer en su vida, Marcelle Humbert, conocida por el sobrenombre de Eva Gouel. Su relación con la que muchos consideran el gran amor de su vida duró solo tres años, ya que la prematura muerte de Eva por un cáncer de garganta dejó a Picasso abatido.

El periodo Olga Khokhlova

Decidido a abandonar París durante unos meses para alejarse de los malos recuerdos y de la primera gran guerra que caía sobre París, Picasso viaja a Roma en 1917 para trabajar en el ballet Parade. Allí conoce a una de las bailarinas de la compañía, Olga, joven rusa de buena familia que reta con su virginidad –y su intención de mantenerla hasta pasar por el altar– las dotes seductoras de Picasso. A ojos de Picasso ella representaba la posibilidad de formar una familia. Sentar la cabeza e introducirse en la alta sociedad parisiense, abandonar la bohemia.

El neoclasicismo entra de lleno en la pintura del artista y los retratos que realiza de su amada son elegantes y comedidos. La antítesis de la radicalidad cubista. Pablo y Olga se casan por el rito ortodoxo el 12 de julio de 1918 y, tres años después, en 1921, la familia se completa con el nacimiento de un hijo varón, Paulo, el primero del pintor. La felicidad de la familia dura hasta el 8 de enero de 1927. Caminando sin rumbo por París, Picasso se encuentra con una bella adolescente de cabello rubio, ojos azules y curvas vertiginosas. Dando un giro total a su vida y a su trabajo.

El periodo Marie-Thérèse Walter

Su relación es eminentemente sexual. Y con ella nace el mito de Picasso como Minotauro. El erotismo ocupa todos los cuadros que realiza, con esculturas de volúmenes erógenos y desinhibidos que retratan a una Marie-Thérèse a la que, sin embargo, debía mantener oculta, diosa de un paraíso privado, debido a la actitud de Olga, que se negaba a darle el divorcio y dejar de ser Madame Picasso. No fue hasta 1934 –cuando la amante del artista queda embarazada de Maya– que la relación ve la luz pública y los rasgos de Marie-Thérèse se hacen reconocibles en unos lienzos imponentes en su pasión. Al mismo tiempo, Picasso retrata a Olga de manera cruel y grotesca.

El periodo Dora Maar

Agotado de aquella doble vida de extrema intensidad, Picasso se refugia en la pintura espoleado por el comienzo de la Guerra Civil española. El nacimiento del Guernica es documentado por una fotógrafa del ambiente surrealista, Dora Maar. Una intelectual de gran carácter, moderna e independiente. Picasso combina su relación con Marie-Thérèse y Dora, cuya sumisión carnal, por un lado, y rebeldía intelectual, por otro, se complementan en la vida del artista de forma perfecta. El statu quo se mantiene durante años. Picasso enlaza piezas tiernas de maternidad y retratos de Maya con obras furiosas y oscuras, asediado por el conflicto español primero y por la Segunda Guerra Mundial, después.  E inspirado por Dora Maar, que en 1944 entra en una espiral depresiva, provocando el distanciamiento de Picasso mientras que el vínculo pasional con Marie-Thérèse se transforma en una cordial relación. Se abre así un resquicio en el corazón del maestro, que no tardaría en ser ocupado por una nueva mujer.

El periodo Françocise Gilot

Françoise entra en escena en la primavera de 1943, pero su vida en común no se oficializa hasta dos años después, cuando el pintor la retrata como mujer flor. El final de la guerra coincide, pues, con la llegada de esta joven y entusiasta estudiante de arte, vital y llena de energía, muy atractiva e inteligente, que llena de color el trabajo de Picasso. La diferencia de edad de ambos permite que Françoise mantenga una cierta independencia, aunque Picasso intenta por todos los medios que ella sea del todo suya. Dos hijos, Claude y Paloma, dan fe de esta cruzada.

Tras 10 años de simbiótica unión, la convivencia se degrada en gran parte por lo posesivo que era Picasso, que asfixia el carácter independiente de Françoise. Y, por primera vez en la vida de Picasso, una mujer le abandona. El pintor, por su parte, repudiaría a esta mujer y a sus dos hijos en común tras la publicación en 1963 del libro de memorias que ella escribió con gran escándalo: Vida con Picasso.

Periodo Jacqueline Roque

 

Jacqueline tuvo bastante que ver en el hecho de que Picasso y Françoise rompieran. De hecho, a ella se la culpa de que el propio Picasso rompiera con el mundo los últimos 20 años de su vida. Enclaustrado, absorberá la belleza clásica de esta mujer, 45 años más joven que él, y al mismo tiempo se sumergirá en los clásicos de la pintura: Delacroix, Velázquez, Manet o David, en un diálogo constante con los maestros. Con Jacqueline se casa en secreto en 1961. La forma en que Picasso la trata es absolutamente diferente a sus anteriores relaciones, expresando su cariño en público de manera afectuosa. Evidentemente, el octogenario artista ya no busca dar salida a su fogosidad sexual, así que toda su energía se vuelca en la pintura. Tras fallecer Picasso el 8 de abril de 1973, Jacqueline solo permitió a Paulo –único hijo reconocido legalmente– asistir al entierro del artista, labrándose una imagen terrible. Sobrevivió a su marido 13 años. Hasta que, alcoholizada y deprimida, se disparó un tiro en la sien, incapaz de sobrellevar el peso de un genio sobre sus hombros, incapaz de sobrevivir a Picasso.

FERNANDE OLIVIER (1881-1966)

Fue la primera psreja sentimental de Picasso en París, durante los años de vacas flacas, entre 1904 y 1912. Se la conocía en el ambiente vanguardista como la Belle Fernande y su relación con el malagueño tuvo a los celos como principal protagonista. De hecho, Picasso le prohibió posar para otros artistas. En 1964 publicó Picasso y sus amigos, crónica de sus años de convivencia en la que retrata con dureza al pintor.

OLGA KHOKHLOVA (1891-1955)

Bailarina rusa de origen burgués, resultó la compañera perfecta para que Picasso asaltara los círculos sociales de París. Se conocen en 1917 y su relación dura hasta 1927, aunque la sombra de esta mujer sobrevoló la vida de Picasso durante muchos más años en su afán de reclamar su estatus de esposa legal. Incapaz de aceptar el final de su relación con el artista, tuvo al final de su vida serios problemas mentales.

MARIE-THÉRÈSE WALTER (1909-1977)

Ella era aún menor de edad cuando un maduro Picasso se enamoró de su belleza y candidez. La relación –que duró entre los años 1927 y 1936– fue totalmente secreta incluso para los amigos del artista, hasta que poco después de concebir una hija en común, Maya, se separaron. Cuatro años después de la muerte de Picasso, Marie-Thérèse acabó también con su vida.

DORA MAAR (1907-1997)

Fotógrafa de origen yugoslavo –integrada en el movimiento surrealista–, se convirtió en la compañera vital, pero sobre todo intelectual, de Pablo Picasso entre los años 1936 y 1944. Compartía con éste intereses políticos y también su atracción por las enseñanzas del Marqués de Sade. De carácter radical e impredecible, el final de su relación con Picasso se produce cuando aparecen en ella ciertos problemas psiquiátricos.

FRANÇOISE GILOT (1921)

Se la conoce como “la única mujer que abandonó a Picasso”. Lo hizo en 1953, tras diez años de relación, incapaz de soportar el carácter posesivo del autor, así como el peso de ser la mujer del genio –según explicó en el libro Vida con Picasso, publicado en 1963–. Cuando se conocieron, ella tenía 22 años y una personalidad inquieta que Picasso intentó limitar al papel de mujer florero. Juntos tuvieron dos hijos, Claude (1947) y Paloma (1949).

JACQUELINE ROQUE (1926-1986)

Fue la segunda esposa legal de Picasso, con la que pudo casarse al haber muerto ya Olga Khokhlova. Y también su relación más duradera. Dura 20 años –entre 1953 y 1973–, y ninguna otra mujer ha ocupado tanto espacio en la obra pictórica de Picasso como ella. Se dice que fue la persona que le alejó del mundo. De hecho, impidió la presencia de Claude y Paloma en el funeral de su padre. Acabó con su vida de un disparo en la cabeza en 1986.





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