“No podemos vivir en un mundo donde a las mujeres no les brille la mirada”


Con un discurso envolvente y una naturalidad al compartir sus pensamientos, Sabrina Díaz Ibarra convierte una entrevista en una conversación amena en la que desarma las ideas preconcebidas de sus interlocutores y genera un espacio de reflexión sobre el mundo acelerado en el que estamos inmersos, y los desafíos que nos plantea, en particular a las mujeres y a los obstáculos que enfrentan para encontrar y defender su voz en un entorno que les dificulta este propósito. 

Sus palabras desprenden un optimismo genuino, quizás porque ella ha sido testigo y protagonista de este cambio paulatino pero incesante, como una marea calmosa pero segura en derribar los diques que la frenan.

Podríamos decir que Sabrina tenía una carrera académica y profesional modélica a temprana edad: egresada con mención honorífica de la carrera de Derecho por la Universidad de Buenos Aires, laboró en despachos de abogados prestigiosos en Argentina y España (donde cursó una maestría becada en la Pompeu Fabra) orientados al Derecho Corporativo. 

Sin embargo, no se sentía plena. Pese a que su trayectoria profesional trazaba un camino prominente (con su proyección, el sendero natural era llegar a  ser partner de una firma jurídica de renombre), cada que llegaba a su casa se replanteaba si ese era el camino que realmente quería para ella. 

Al final, decidió dar un paso al costado y emprender la búsqueda de su propósito vital.

Dejé una carrera corporativa con una gran perspectiva de plan de carrera, muy exitosa en términos académicos y organizacionales, pero gané la libertad de estar parada en lo que yo llamo mi ‘care’. ‘Care es lo que quiero cuidar. Yo siento que estoy cien por ciento todos los días de mi vida parada en mi care y ese es un impulso vital inagotable”, explica Sabrina. 

Sabrina Díaz estuvo presente en Aguascalientes al aceptar la invitación de Dany López. La argentina de nacimiento ofreció una conferencia abierta a la sociedad hidrocálida y también departió en el Congreso del Estado.

Podría argüirse que el hallazgo de ese sentido fue en un punto fortuito. Al regresar a Argentina, Sabrina tomó una pausa y en la transición hacia su siguiente paso, se le presentó la oportunidad de certificarse como coach ontológico.

Yo no quería ser coach [profesional], me formé para mí. Mucha gente llega a los programas no porque quieran trabajar de eso, sino por una búsqueda personal, una insatisfacción, algo que no les completa o no les termina de hacer sentido”, explica. Pero a partir de ahí, algo hizo click: se percató que le gustaba aprender y ser el canal para que otros aprendan. 

Las personas que ayudamos a otras a aprender, tenemos un compromiso con el conocimiento, con la metodología. La academia no paga en términos económicos [se ríe], pero paga profundamente en un entendimiento tan amplio de lo que estás haciendo, porque te va nutriendo para poder nutrir a otros«, profundiza Sabrina.

Tras ser madre, Díaz Ibarra ha volcado esa vocación en la mayor parte de su tiempo para apoyar a las mujeres, particularmente a las madres trabajadoras. Telecom, una de las compañías más grandes de Argentina, depositó su confianza en ella para implementar un programa de Maternity Coaching, el cual resultó todo un éxito.

En conversación con Líder Empresarial durante su visita a Aguascalientes, te compartimos algunas reflexiones que nos dejó el encuentro con Sabrina Díaz Ibarra.

El valor de las pausas

El ritmo vertiginoso que impone la realidad actual puede abrumarnos y hacer que nos extraviamos o perdamos nuestro sentido. Sabrina defiende el valor de las pausas como espacios de reflexión para ayudarnos a recobrar nuestro camino. Si ella no se hubiera tomado el tiempo de detenerse, muy probablemente no habría hallado su propósito vital

Las pausas nos devuelven una perspectiva, un equilibrio, un centro que a alta velocidad no tenemos; nos otorga un nivel de conexión y profundidad que a alta velocidad perdemos.  Si a veces ni siquiera somos capaces de percibir si tenemos hambre, ¿Cómo vamos a percibir si lo que estamos haciendo está alineado con nuestro sentido de vida?”, resume.

Los trabajos como puentes para llegar adonde deseas.

A su regreso de España, Sabrina ingresó a laborar a una consultora británica para costear su formación como coach, aún cuando no era el trabajo de sus sueños. No obstante, ella entendió esta labor como un puente para llegar al punto que deseaba. 

Esto me parece un mensaje súper importante para la gente joven, que tantas veces se frustra porque se encuentran en trabajos que posiblemente no sean los de sus sueños. Yo les sugiero que no se frustren, porque hay trabajos que son simplemente para poder pagar una transición en tu vida”, señala. 

La búsqueda impostergable de la voz de las mujeres

Independientemente de la decisión que tomen, las mujeres enfrentarán críticas: si tras ser madres, eligen continuar con su carrera, habrá voces que les pregunten (con deje recriminatorio) “¿con quién dejaste a tu hijo?”. Si desean pausar su camino profesional para centrarse en su maternidad, habrá otras que señalen: “¿cómo tiras esos años por la borda?”.

«La maternidad, en términos laborales, siempre está marcado como si fuera un mundo incompatible. Cualquier mujer madre que quiere volver al trabajo, realmente se siente como sapo de otro pozo. Se dice ‘yo no tengo que estar acá’, porque culturalmente le piden que esté con su hijo, pero si está en su trabajo, ‘no está siendo tan buena madre’ (…) ¿Por qué hacemos que esa mujer se sienta sapo de otro pozo cuando justamente lo que está haciendo es cumplir con su propósito de vida? Legitimémoslo«, subraya.

Siempre habrá alguien a quien no dejaremos conforme y eso es algo con lo que tenemos que convivir en búsqueda de nuestra propia identidad”, asevera Sabrina. “No a todos les tenemos que agradar, porque el costo es volvernos muy complacientes, y a veces esa complacencia y ese servilismo tienen un precio oculto, y es que voy apagando mi voz interna, mi verdadero deseo”, agrega.

Sabrina enfatiza que la vida de las personas debe estar al servicio primeramente de su propio propósito, del legado que busquen dejar. “Yo veo a tantas mujeres apagadas y digo ‘no podemos vivir en un mundo donde haya mujeres que no les brille la mirada. ¿En pos de qué? De mantener un sistema, por ejemplo, que no las protege, no las acompaña, que no les da políticas públicas para que puedan maternar”, observa.

Cultivar la sensación de suficiencia

Un reporte interno de la compañía Hewlett-Packard reveló un dato demoledor: los hombres aplican a una vacante aún cuando solo cumplen con el 60% de los requerimientos; las mujeres únicamente al cumplir con el 100%. Entonces, ¿Cómo alentar a las mujeres para que levanten la mano y no sieguen su carrera? Para Sabrina, la respuesta pasa por cultivar la sensación de suficiencia.

No te digo [que soy] la mejor, pero sí suficientemente calificada para estar en la mesa. Estudié, tengo mis posgrados, mi máster, la experiencia. ¿Soy la mejor? No lo sé, ya lo veremos, pero yo siento que soy suficiente y el ser suficiente para mí es un terreno de mucha seguridad. [Sin embargo] no nos alcanza el suficiente, por eso somos muy autoexigentes, muy perfeccionistas”, describe Sabrina.

Díaz Ibarra indica que esa vara altísima autoimpuesta obstaculiza a las mujeres. “¿Y qué si no sos la mejor? Tenés una voz única, tuya, irrepetible, y en esa unicidad nos aportas diversidad y ya por ese hecho vale la pena escucharte…deberíamos de ser una sociedad donde se escucha al otro por ser legítimamente otro, pero constantemente no escuchamos”, menciona la coach corporal.

Si fuéramos una comunidad más generosa con nuestra escucha y sintiéramos que realmente vale el tiempo escucharte, porque vos me aportas algo que desde mi punto de vista yo no lo puedo ver, porque sos una persona distinta, que naciste en un lugar distinto, con una historia diferente donde aprendiste distintas cosas y que por ese simple hecho merecés mi escucha y mi respeto, y te doy autoridad, seguramente en una comunidad así las mujeres podremos florecer y emerger con mucha más fuerza”, sostiene Sabrina.



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