Miles de personas esperaron horas y ¡valió la pena! Los Fabulosos Cadillacs ya están en el Zócalo. Sigue qquí lo mejor del concierto.
Bandita, llegó la hora de cantar Calaveras y diablitos, Mal bicho, Siguiendo la Luna y Vasos Vacíos… ¡Los Fabulosos Cadillacs dan un legendario concierto en el Zócalo de la CDMX! y en Chilango te presentamos lo mejor de lo que está pasando en el corazón de la capital chilanga.
Miles de chilangxs esperan horas para un concierto fabuloso
Para el Centro Histórico de la Ciudad de México era un día normal de sábado. Las calles estaban a reventar y el tránsito de los coches era lento. Ni parecía que en el corazón de la CDMX, el Zócalo, iban a estar Los Fabulosos Cadillacs, una de las míticas bandas argentinas de todos los tiempos.
Ingresé por auto al concurrido primer cuadro del centro. El conductor que me llevó los pensó dos veces en llevarme al conocer la travesía que sería acercarse, por lo menos a la Torre Latino y eso que faltaban, para ese entonces, siete horas para que las trompetas comenzaran a sonar.
La conversación fue el concierto, las acciones del gobierno de la Ciudad de México y la “locura” de la gente para esperar largas horas en el sol para ver a sus ídolos. Eso sí, casi al final del viaje me dijo: “Ahí anótele que las calles se ponen pesadas por los carros”.
Faltaban todavía cinco horas para el concierto. Entre más me acercaba al Zócalo, más fila encontraba en los restaurantes, puestos o cualquiera que vendiera alimentos. Las preferencias eran por los tacos de pastor y la comida rápida.
Yo preferí unas albóndigas de algún lugar cerca de Juárez. Tras pagar, me dirigí a mi destino: la plancha del Zócalo. Conforme avanzaba, la conversación se tornaba por el show de las ocho de la noche.
Un Mal Bicho o el sol
En la plancha del Zócalo no había caras de felicidad. El sol claramente había hecho de las suyas y mermó los ánimos de lxs asistentes. Pero la voluntad seguía intacta para aguantar y escuchar los éxitos de la agrupación sudamericana.
Un hombre me contó que tenía desde las 12 del día, que venía de Querétaro y los acompañaba un convoy pequeño de unas cinco personas desde allá. Se iba a regresar el mismo día y esperaba que trajeran a Taylor Swift, por su niña.
El sol lo castigó. Estaba rojo, al igual que el último color de nuestra bandera. Uno de sus ojos tenía un derrame y el sudor lo hacía brillar con el ocaso de la tarde.
Otro más no aguantó. Le pidió a una policía que si se podía saltar para salir porque se sentía mal. En su cara se veía el malestar y ni la advertencia de que no podría regresar lo alivió.
Estaba desde la una de la tarde y apenas contestaba las preguntas de la oficial. El sol lo traicionó o, simplemente, fue un “Mal Bicho” que no lo dejó disfrutar de Los Fabulosos Cadillacs.
Los Fabulosos Cadillacs y su festival toda la vida
A dos horas del tan anhelado concierto del Zócalo de la CDMX, el ambiente comenzó a cambiar. La risa, que soca a todo los males, ya se escuchaba.
Las bromas fueron la cura para aguantar la larga espera y la bravura del inclemente sol. No faltó el “fuera, fuera” para cualquiera que se pasara de lanza, el reprobable grito homófobo heredado del fútbol, el chiflido chilango para quejarse por la espera y hasta el coro de algunas canciones para calmar el ansia como “Vasos Vacíos”.
Por su puesto se colaron algunas chelas y porritos, aunque la llamada de atención de las autoridades para que no trajeran esas sustancias. También el cigarro se hizo presente, a pesar de que desde hace más de un año está prohibido fumar en esta parte de la capital del país.
Al final de cuentas, como dirían Los Fabulosos Cadillacs, un “festival toda la vida”. “¡Ya nada más faltan dos horas, banda!”, gritaron unxs con entusiasmo.