La gestión cultural, en particular la dirección de un museo y la actividad empresarial comparten una serie de similitudes que reflejan la complejidad y versatilidad de estas áreas. María Patiño, directora del Museo Espacio en Aguascalientes, ofrece, en exclusiva para Líder Empresarial una visión esclarecedora sobre estas conexiones.
María Patiño es una profesional versátil con una sólida formación en educación y museología. Patiño cuenta con una amplia experiencia entre la que se encuentra su labor como comisaria de obra para el INBAL. Además, el liderazgo que ejerció durante su dirección del Museo Aguascalientes demostró su capacidad para enfrentar desafíos diversos en el ámbito cultural y museográfico con éxito y creatividad.
En términos de gestión, María Patiño destaca que la dirección de un museo implica un equilibrio delicado, similar al de un malabarista, donde múltiples aspectos deben coordinarse para garantizar el funcionamiento eficiente de la institución. La administración, la museografía, la seguridad, el personal, la educación y la promoción son algunas de las «pelotas» que un director de museo debe manejar constantemente.
«Al igual que en el manejo de una empresa, la gestión de un museo consiste en ser como un malabarista con muchas pelotas. Tienes que jugar con todas las pelotas: la de la administración, la de la museografía que involucra montaje, desmontaje, acopio, traslados, todo este tipo de de procesos; también tenemos la pelota legal, la de la seguridad; la del personal, tienes que organizar a toda la gente y sus condiciones laborales; luego tomas la pelota de lo educativo, difusión, promoción; en algún momento también sueltas esa pelota y te vuelve a caer la de la administración, luego está la pelota de los vínculos de colaboración, etcétera», nos cuenta María.
Al igual que en el ámbito empresarial, la gestión de recursos humanos, la planificación estratégica y la resolución de problemas son fundamentales para el éxito. Además, al igual que en una empresa, los museos también operan bajo protocolos estrictos y manuales de procedimientos para garantizar un funcionamiento fluido, aunque siempre existe espacio para imprevistos que requieren una rápida acción y resolución.
«En los museos, al igual que en las empresas, todo tiene un protocolo, […] entonces siguiendo tu manual de procedimientos, puedes superar los retos que se te presenten mejor y más oportunamente, pues siempre pasan cosas que no están dentro de un rango controlado […] Voy a poner un ejemplo: tienes que recibir una exposición que viene de la ciudad de Guadalajara y los para la Guardia Nacional, están atoradas lasa piezas artísticas, llegan un montón de llamadas y suben tus niveles de estrés, los de la gente que transporta la obra, y tienes que resolver ¿no? pero si tienes un protocolo puedes superar estos percances!», relata Patiño.
La dirección de un museo, comparte numerosas similitudes con la actividad empresarial. Ambos campos requieren habilidades de organización, liderazgo, y capacidad para resolver problemas de manera eficiente. La metáfora del malabarista ilustra vívidamente la complejidad y versatilidad inherentes a estas responsabilidades. En última instancia, la aplicación de protocolos y la adaptabilidad son fundamentales para garantizar el éxito en ambas esferas.
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