Fue una exploración la que dio origen a los dos relojes Rolex más estrechamente relacionados con la aventura: el Explorer, lanzado poco tiempo después de la primera ascensión al Everest en 1953, y el Explorer II, en 1971. La marca ha puesto sus relojes en las muñecas de héroes como Sir Edmund Hillary, el primer hombre en subir al techo del mundo junto a Tenzing Norgay, Erling Kagge, el primero en alcanzar ambos polos y la cima del Everest, y Jacques Piccard, quien en 1960, junto a Don Walsh, pilotó el batiscafo Trieste hasta el punto más profundo de los océanos, la depresión Challenger Deep, a -10.916 metros.
Sin embargo, si el siglo pasado la exploración tenía como objetivo el descubrimiento de los límites del globo, la superación de los límites de la resistencia humana y la observación de la Tierra, hoy el paradigma ha cambiado. Queda mucho por descubrir, pero la conciencia del frágil destino del planeta ha llevado a los nuevos exploradores a convertirse en defensores de un ecosistema que es un patrimonio que debemos transmitir a nuestros hijos. Rolex ha sabido leer los signos de los tiempos y ha pasado de la exploración impulsada por el deseo de descubrimiento a la exploración destinada a salvaguardar la Tierra, consolidando su compromiso con el lanzamiento, en 2019, de la iniciativa Perpetual Planet.
Su objetivo es apoyar a personalidades y organizaciones que utilizan la ciencia para comprender los desafíos ambientales e idear soluciones que reequilibren nuestros ecosistemas. Perpetual Planet hoy cuenta 20 socios. Entre ellos, la oceanógrafa Sylvia Earle con la iniciativa Mission Blue, de la cual la compañía es socia desde 2014 y que tiene como objetivo proteger los océanos a través de una red de Hope Spots marinos protegidos; la National Geographic Society, asociación de larga data que estudia los impactos del cambio climático; y los Rolex Awards for Enterprise, un programa que apoya a los creadores de proyectos innovadores que benefician al medio ambiente.
De la exploración a la conservación: un cambio de ritmo que Rolex tuvo la previsión de hacer a tiempo. Si es cierto que, como dijo el ex astronauta estadounidense Frank Borman, “la exploración es verdaderamente la esencia del espíritu humano”, no podemos olvidar un significativo proverbio del pueblo navajo: “No heredamos la tierra de nuestros antepasados, la tomamos prestada de nuestros hijos”.
EL GUARDATIEMPOS DE LOS HÉROES
El 23 de enero de 1960, Jacques Piccard, junto a Don Walsh, pilotó el batiscafo Trieste en la Fosa de las Marianas, en el Pacífico, hasta el punto más profundo de los océanos, la depresión Challenger Deep, a -10.916 metros. El descenso de los dos exploradores duró aproximadamente cinco horas y permanecieron 20 minutos en el fondo del océano antes de ascender. Una prueba para el Rolex Deep Sea Special fijado al exterior del batiscafo.