La Abadía londinense de Westminster fue el escenario de la solemne coronación de Carlos III. El protocolo medido al milímetro tenía detalles medievales y del siglo XX, con tradiciones algunas con más de mil años de antigüedad. Ante la presencia, más de un centenar de jefes de Estado y representantes de las más destacadas monarquías se realizó este importante evento. Llevaba el monarca espuelas de oro, que representan la caballerosidad, un anillo que simboliza la dignidad real y la espada como jefe de las fuerzas armadas. La música fue protagonista durante toda la celebración, que culminó con un gran concierto con Katy Perry, Lionel Richie y Take That, entre otros.
Carlos III nació en el palacio de Buckingham, en Londres, el 14 de noviembre de 1948, hijo del Duque de Edimburgo y la reina Isabel II. Como es sabido se casó con Lady Diana, en 1981 y se divorciaron ante la atención de toda la prensa del mundo en 1996. Antes habían tenido dos hijos, marcados por la trágica muerte de su madre: el príncipe William, que está llamado a ser Rey de Inglaterra,y Harry que renunció a sus responsabilidades como miembro de la Familia Real y se distanció de su padre y hermano al casarse recientemente con Meghan Markle. En 1993 se hizo público el romance con Camilla Parker-Bowles. Y en 2005 se celebra la boda civil de la pareja.
Carlos III estudió en el Trinity College en Cambridge y en el colegio de las fuerzas Aéreas. También se formó en la Marina Real y el ejército de infantería. Es piloto, almirante, además, es el primer príncipe heredero con título universitario. Amante de la música tocó con destreza la guitarra eléctrica, trompeta y violonchelo. Apasionado de la arquitectura ha divulgado desde hace décadas la defensa del medio ambiente. Recibió el Premio Global Enviromental Citizen del Centro de Salud y Medio Ambiente Global de la Facultad de Medicina de Harvard, otorgado por el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore.
Señalado como el hombre mejor vestido de Gran Bretaña, su estilo impecable está presente en todos sus actos públicos. Pero presume de austeridad, “Soy una de esas personas que odian tirar cualquier cosa. Por lo tanto, prefiero conservar mis prendas, incluso ponerles parches si es necesario, antes que abandonarlas”, su armario lleno de trajes muchas veces remendados, partidario de la slow fashion, sus sacos de Savile Row son joyas de sastres artesanos. Conservador en sus gustos, suele llevar nudo de corbata pequeño, no siempre a juego con el saco, ya que los reúsa para diferentes ocasiones. Marcas que lo acompañan: camisas de Turnbull & Asser, sastrería de Anderson & Sheppard o Gieves & Hawkes; calzado de Crockett & Jones y uniformes y frac de Benson & Clegg, casa especializada en prendas de gala navales. Para la lluvia Barbour.
En su austeridad, también es conocido por ser meticuloso al apagar las luces, según reveló su hijo Enrique en el documental Prince, Son and Heir: Charles at 70. El 64% de los británicos piensa que será un buen rey que incluye ser la cabeza de la iglesia británica. Diversas fuentes, entre ellas el Sunday Times, señalan que tiene una fortuna de 680 millones de euros. Pero según el periódico The Guardian, la cifra se triplica mil 800 millones, valorando sus casas, terrenos y palacios.
Entre otros activos, el rey heredó de su madre el castillo de Balmoral, en Escocia, rodeado de unas 21 mil hectáreas de terreno, valorado en 80 millones de libras (90 millones de euros), y los terrenos de Sandringham, al este de Inglaterra, con seis mil 400 hectáreas de terrenos cultivables, valorados en 280 millones de euros. The Guardian por su parte estima que Carlos III posee vehículos privados con valor de 7.15 millones de euros; una colección filatélica valorada en113 millones de euros y piezas de arte valoradas en 27 millones de euros.
Su labor se desempeña por encima de la la polarización que define el discurso político actual. En su primer mensaje como Rey se comprometió a defender los principios constitucionales. La tercera estrofa del himno británico define lo que el pueblo espera del monarca: Que defienda nuestras leyes, y nos dé siempre motivos para cantar con el corazón y la voz. ¡Dios salve al rey!
