“Es una casa de 1967, era muy oscura y fría, tanto que acababas entumido. Con ventanas muy pequeñitas, por fuera no se podía tocar nada, y por dentro tiramos paredes completas para que entrara mucha más luz y mejoró la temperatura, mejoró anímicamente con el sol, el calor y la luz”. Nos explica. Ante tanta presencia de blanco nos relata: “El criterio es muy sencillo, todo lo que son planos verticales son blancos y el piso es negro, la piedra de basalto de origen volcánico, es la lava que había en esta tierra, como las banquetas, este criterio está en toda la casa salvo la biblioteca que es una estructura negra, que casi no se ve porque está llena de libros, el fondo este iluminado con tiras leds”, nos describe con precisión.
Destaca en la escalera interior de la casa el metal de varilla corrugada, de construcción, que se usa en “obra negra”, pero Bernardo lo ha convertido en un barandal naranja que destaca en una casa en blanco y negro, igual que la escalera de caracol, también resalta en la silueta del edifico, “falta colocar un árbol de jacaranda”, nos anuncia el arquitecto. Además de la imponente biblioteca que preside el patio y su estudio de arquitectura, la casa está llena de libros. En un espacio de literatura, poesía e historia, hacia el fondo reserva su colección de libros antiguos. Libros, libros, libros, que como Bernardo dice: “es el mejor papel tapiz, una pared llena de libros.”
También vemos en las repisas las colecciones de sus cuadernos de notas que lleva realizando desde hace décadas, numerados con fechas e ilustrados con dibujos. Asombra la precisión de los datos que anota. Dibujar le permite apreciar la esencia del paisaje, mejor que fotografiarlo, es una manera de ver. Bernardo es conocido también como “el arquitecto de la luz”, su vivienda en Valle de Bravo es otro homenaje al paisaje donde se ubica frente a lago, donde la luz y hasta las estrellas entran en el salón. Elegancia, iluminación y diseño rodean sus espacios. “La luz del sol es el material de construcción más importante y gratuito y creo que es más importante que el acero, el concreto o el cristal”, afirma rotundo.
También diseña lámparas y llena la casa con unas luces que cambian mucho de día y de noche. Su manera de iluminar es un ejercicio creativo permanente. “La luz hace unos 20 años era un filamento y ahora con los leds los efectos son mucho más variados y delicados, se puede jugar con ellos”. Nos dice. Autor del libro La escala y el origen. Diseño de mobiliario en seis arquitectos mexicanos del siglo XX, muestra su pasión por los objetos pequeños. En la casa de Coyoacán ha diseñado, mesas, sillas, los cubiertos, la vajilla, la alfombra, el librero, hasta las cucharas de madera de la casa. Todo eso crea una atmósfera única. También ha diseñado algunas de las botellas de vino de su cava. Diseña vinos con una etiqueta que puede vivir más allá del vino. Sillas de Jean Nouvel y de su creación forman el peculiar mobiliario en la casa con mucha luz porque ofrece una orientación sur,” yo soy feliz”.Confiesa.
Los ventanales gigantes de la biblioteca están hechos sin hierro ni arañas, “solo cristal, es llevar el vidrio a un paso más adelante” y explica: “El vidrio tiene protección solar y se auto lava. Cuando llueve se limpian más”. Las perillas de las puertas también las ha diseñado para dar un aire más contemporáneo a la casa. “En la terraza he aprovechado el espacio superior como una habitación exterior donde todo lo que te rodea es verde”. Y señala, “tenemos un clima maravilloso para vivir más los espacios abiertos en la Ciudad de México, son lugares muy especiales”. Afirma. “Ahora estoy haciendo un edificio de 9 mil metros en Puebla, una ampliación para un hospital, una casa, y un proyecto en Guayaquil, Colombia”, va intercalando proyectos.
De la taza a la casa, se mueve el arquitecto en diferentes dimensiones. “Muchas veces se puede pensar que diseñar algo es sencillo, pero, con frecuencia una silla es algo más complejo, para que sea cómoda, que funcione eficazmente. Me encanta cambiar de escalas, pasar de un vaso a una cuchara o un edificio, y de todo se aprende, hay que evitar que el vaso no sea una maqueta de arquitectura ni que el edifico o una torre sean como un vaso. Sería un mal vaso”, aconseja. Se muestra optimista con las perspectivas de la profesión. “El nivel de arquitectura en México es muy bueno, con varias generaciones es uno de los países donde es mejor la arquitectura, hay jóvenes y gente mayor que son muy buenos exponentes y subrayo la presencia destacada de mujeres”.Nuestra conversación transcurre con su hospitalidad junto a sus paredes blancas iluminadas por el sol, como dice el arquitecto, “la luz es el material de construcción más importante”.