Un aventurero del cine que sabe el sabor del éxito en su máxima expresión, pero que también conoce la amargura de la derrota con estrenos fracasados y pérdidas millonarias. Fracaso y éxito las dos a tratar por igual. Es un talento que como el ave fénix resurge con fuerza y ahora acaba de estrenar uno de los mayores éxitos de su carrera Los asesinos de la luna, con un equipo que es una leyenda de nuestro cine: Leonardo DiCaprio y Robert de Niro.
Una obra épica y respetuosa que denuncia un abuso histórico y reivindica el cine y el arte para construir un mundo mejor y más sensible a las tragedias humanas. Entre sus obras, con más de 50 años de profesión, figuran películas históricas como Taxi Driver, New York, New York; Cabo de Miedo, La última tentación de Cris- to, Toro Salvaje, Guns of New York, El color del dinero, El Lobo de Wall Street. Su último estreno comenzó con el aplauso en el Festival de Cannes, un certamen al que no iba desde su mítica After Hours, que sorprendió a la crítica y al público con una obra maestra, en 1976, ya hace unas décadas.
El cineasta acaba de cumplir 80 años con un talento en plena forma, si no vea la película Killers of the Flower Moon, su título original, y sobre todo su desenlace. Nos relata la masacre que sufrieron en la nación Osage, los nativos americanos. La película narra una historia que nos lleva a 1870 cuando los Osage fueron expulsados de sus tierras por el gobierno de EE. UU. y les mandaron a un lugar sin futuro en tierras de Oklahoma. Pero a mediados de los años veinte del siglo pasado, ¡sorpresa!, el petróleo empezó a manar del suelo, y aquellos terrenos baldíos y estériles fueron un tesoro. De repente la tribu empezó a ganar mucho dinero y a gastarlo en caprichos de lujo, casas, autos deportivos, opulentas villas, joyas. A su alrededor se multiplicaron los blancos espectadores de ese éxito, parásitos que llegaron al olor de la fortuna y, en colaboración con las autoridades y la policía, comenzaron a robarles y más tarde a exterminarles. “Es más fácil ir a prisión por apedrear a un perro que por matar a un indio”, se escucha en la pantalla. Un drama demasiado cercano en el tiempo y una mirada contemporánea con la sabia mirada de Scorsese.
Es su primera incursión en el western, un género con el que creció, él mismo lo relató en la Cadena Ser. “Yo crecí con este género, típicamente americano, en los 40 y los 50. Sufría asma cuando era niño, por lo que no podía hacer deporte, ni tener animales, ni pasar demasiado tiempo fuera de casa en sitios con mucha vegetación. Ver los western en color y en blanco y negro me abrió todo un campo de fantasía, porque suponía ver un paisaje diferente. Sobre todo, los de John Ford, Howard Hawks y el western psicológico de Anthony Mann”.
En el festival de Cannes el director mostró su preocupación por el mundo actual y el conflicto de Ucrania: “Vivimos un momento peor que aquella terrible situación en los años treinta. Porque hoy vivimos un enfrentamiento sobre la libertad, la de expresión y la de llevar una vida decente. A veces la vida es muy dura y nos impiden vivirla en paz. Es mejor habitar dentro de la cultura occidental, que tiene su parte negativa con el consumismo, que sitúa el dinero en lo alto de la pirámide, pero que al menos apoya a los países que intentan acercarse a la democracia”.
La película está basada en la novela de David Grann, Killers of The Flower Moon. “Cuando empecé a leer el libro, me di cuenta de que esos tipos blancos que aparecen en el libro eran gente que yo había conocido en el Lower East Side de Nueva York. Se creían la ley, que pueden hacer cualquier cosa. Y realmente podían. Luego llegó el Ku Klux Klan y luego lo de Charles Manson. Es la idea de que puedes salirte con la tuya y, que además, muchos políticos refrendan. La cuestión es que encontré en esta historia la oportunidad de explorar todo ello desde una posición íntima, desde dentro y desde fuera. Desde la relación de pareja, con amor y traición, pero también desde la oficina del FBI. Era una historia muy compleja que me hacía estar también cerca de los Osage, en Oklahoma, que ha sido todo un aprendiza- je”. Relata el cineasta en la Cadena Ser. Así, Martin denuncia la avaricia sin límites, en un mundo donde todo vale para cumplir el sueño americano. Un fenómeno que se repite a lo largo de la historia.
“Me gustaba mostrar la cultura de los Osage, ver cómo viven, eso hacia la película más larga, pero era importante hacerlo”. Aunque este noviembre cumple 81, despeja dudas, “no tengo ninguna intención de retirarme,” afirmó recientemente en televisión española. Cuando le preguntan por los riesgos que ha asumido con esta película valiente, que se ha estrenado ya con éxito en cines y próximamente en Apple TV+, apunta entre risas: “A mi edad, ¿qué más puedo hacer que arriesgarme?”.