Cenamos… ¿en el museo? – Gentleman MX


Cómo hemos pasado de las tostadas que competían con los restos arqueológicos en las cafeterías a la constelación de chefs que se encuentran hoy en los museos, no es fácil de explicar. Igual que las parejas bien embonadas, parecen haber estado juntas desde siempre. Al visitar Nueva York, parece ya un hecho reservar la entrada al MoMA con una mesa en el restaurante The Modern con vistas a las esculturas del Rockefeller Garden. Sin embargo, antes de 2005 sólo existía la tienda del museo.

Desde entonces, el fenómeno ha ido creciendo, desde el restaurante Nerua en el Guggenheim de Bilbao hasta el Le Frank de la Fondation Vuitton de París, que rinde homenaje al arquitecto estrella Gehry, autor de ambos, pasando por el Rijks de Ámsterdam hasta el Le Môle Passedat en el Mucem de Marsella, el Odette en la National Gallery de Singapur, el Fouquet en el Louvre de Abu Dhabi y el Alain Ducasse en el Idam de Doha.

En esta narrativa de afinidades electivas, Grupo Intesa Sanpaolo merece un capítulo aparte, ya que en su complejo museístico Gallerie d’Italia invierte tanto en bellas artes como en gastronomía, ajustando su oferta gourmet ciudad por ciudad. Todo empezó por el Voce Aimo e Nadia en Piazza della Scala, en Milán, con una propuesta tan extensa como los días laborales de los milaneses, desde almuerzos de negocios hasta cenas con vistas a las estatuas de Canova. En Turín, el restaurante Scatto es un proyecto que se integra armónicamente con su entorno, como se refleja en los nombres de los menús propuestos: “Disegno” (diseño), “Ritratto” (retrato) y “Scatto libero” (toma libre), una jam session de la cocina de los hermanos Costardi. La conexión de los hermanos originarios de Vercelli con el arte ya era evidente en su risotto con tomate en lata, que hace eco a la sopa Campbell de Warhol, y se ha vuelto tan icónico como la obra que cita.

En Nápoles, Gallerie d’Italia ha depositado su confianza en Giuseppe Iannotti. El chef del restaurante Krèsios de Telese Terme, con dos estrellas Michelin, tuvo ideas muy claras y desarrolló un proyecto detallado para un espléndido edificio de los años treinta diseñado por Piacentini. Hace un año comenzó en la planta baja con el bistró Luminist para luego llegar en verano al fine dining de 177Toledo y, en el último piso, al Anthill, la colina de las hormigas, el animal de la suerte del chef Iannotti.

Se trata de un bar con una magnífica terraza y vista panorámica de 360° de la ciudad, disfrutable con uno de los cócteles propuestos por la joven bar lady Anna Garruti, originales hasta en su presentación. La larga historia de amor entre belleza y gusto se extiende por toda la región italiana. Desde Turín, con la Venaria Reale y el Spazio 7 de la Fundación Sandretto, hasta Florencia, con el recién inaugurado Bistro del Palazzo Strozzi confiado a Tommaso Arrigoni y con mobiliario de Fabio Novembre. Pasando por el Centro Pecci de Prato, famoso por el arte contemporáneo y por el Myo de Angiolo Barni, el Mart de Rovereto con la Locanda Margon de Alfio Ghezzi, galardonada con una estrella Michelin, hasta el Mec de Palermo.

MÁS OPCIONES

Desde Ciudad de México hasta Amsterdam cada espacio gastronómico actúa como imán para el público, que tiene la posibilidad, si lo desea, de culminar su visita a alguna de sus excelentes exposiciones ante una buena mesa. A continuación cinco recintos museísticos del mundo en donde se puede disfrutar de la experiencia artística y gastronómica sin temor a equivocarse. Perfectos para poner en la lista este 2024.

MUSEO JUMEX (CIUDAD DE MÉXICO).

Ciudad de México, la segunda con más museos del mundo, alberga un edificio espectacular del arquitecto David Chipperfield, premio Pritzker, el museo Jumex templo del arte contemporáneo. En diez años se ha convertido en una institución de referencia cultural para todo el continente. En su interior el restaurante cafetería eno, del chef mexicano Enrique Olvera, ofrece un menú saludable basado en ingredientes de temporada, de excepcional calidad y elegidos entre la oferta de productores locales, dentro de un ambiente confortable, familiar y ameno. Una cafetería donde se puede compartir el desayuno con algún artista o curador que colaboran con el museo.

MUSEO GUGGENHEIM (BILBAO).

La cocina boutique no está reñida con la tradición culinaria, en este caso la vasca, de reconocida excelencia por su cercanía a la huerta y el mar. En el caso del restaurante Nerua, el chef Josean Alija, de excelsa trayectoria en reconocidos fogones contemporáneos, se ajusta a una carta breve seleccionada al detalle. La presentación de los platos es tan bella que casi da pena comerlos, pero no es posible resistirse a sus aromas y sabores. Su menú de temporada ofrece dos platos principales de carne y dos de pescado, un set de siete entrantes y tres postres. Sea el soufflé de txangurro, la lubina al jugo de ruibarbo y berros, el pastel de leche con helado de plátano o cualquier otra opción, la satisfacción está garantizada.Guinda perfecta para terminar la visita a este museo de continente y contenidos imbatibles.

MUSEO DEL RAMEN (YOKOHAMA).

Para conocer la verdadera esencia popular nipona, la ciudad de Yokohama alberga el Museo del Ramen, esa legendaria sopa de fideos de origen chino que apasiona a los japoneses. Se trata de un recinto museístico temático con nueve restaurantes, cada uno con ingredientes típicos según la región del país, que recordemos cuenta con 6.852 islas. El encanto de estos locales estriba en la recreación de los ambientes de época, desde el barrio Sitamachi de las clases más bajas de Tokio en 1958 —cuando se comercializó esta sopa— hasta las tabernas antiguas, los callejones solitarios, el Tokio nostálgico de mitad del siglo pasado o los teatros kamishibai. Los fideos se elaboran con las mismas máquinas que se utilizaban en la década de 1950 y los más pequeños pueden cocinar su propio Ramen con utensilios del pasado.

MOMA (NUEVA YORK).

Quien va, desea volver. The Modern, el bar-restaurante del Museo de Arte Moderno en Nueva York, cuenta con dos opciones: un salón interior junto al jardín, y una zona bar siembre animada en donde las recetas internacionales con tintes franceses del chef Thomas Allen –dos estrellas Michelin–, reciben la mayor aprobación. La carta menú del bar –siete aperitivos, siete platos principales y cuatro postres–,es sofisticada y casual. Ofrece mezclas curiosas, como un aperitivo de hamachi con coles de Bruselas, o ravioles de patata ahumada con salsa de trufa negra. El menú del salón es de precio fijo. Lo más interesante es la filosofía del propietario, el empresario Danny Meyer, basada en el concepto del círculo de hospitalidad, que prioriza el bienestar de los empleados para el funcionamiento exitoso de cualquier negocio.

RIJKSMUSEUM (ÁMSTERDAM).

En el ala Phillips de este museo nacional fundado en 1800 con la mayor colección de pintura del Siglo de Oro neerlandés, así como 22 obras de Rembrandt, se encuentra el restaurante RIJKS, operado por el chef Joris Bijdendik. Con una estrella Michelin, goza de merecida reputación desde su apertura hace una década, tras la completa restauración del edificio, una suerte de Louvre. Hablamos de alta cocina con ingredientes locales de calidad, desde las ostras crujientes de Zeeland a los postres de queso gouda holandés o algunos estofados. Priman los pescados y verduras, y los pequeños toques exclusivos, como el caviar del rodaballo con espárragos verdes. Imprescindible reservar.





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