Alabanzas es el título de su última obra, un trabajo realizado en tiempos de pandemia y un homenaje al mundo que nos rodea. Esta creación reciente se ha mostrado en la Galería Hilario Galguera.Sodi, viene de exponer en la bienalde Venecia donde sus esferas han despertado la admiración de la crítica. Además, presentó esta primavera su trabajo en Casa de México en Madrid e inauguró en la ciudad de México su estudio de cuatro plantas, una obra espectacular del arquitecto Alberto Kalach, un museo que alberga toda la trayectoria de este gran artista y que se alza en la calle de Sabino 336 en la colonia Atlampa en Ciudad de México.
Bosco Sodi (1970, Ciudad de México) es conocido por sus pinturas a gran escala ricamente texturizadas y vívidamente coloreadas. Sodi nos descubre el poder emotivo de la materia. Encontramos al artista en la Galería Hilario Galguera, rodeado de su obra y no es fácil encontrarle en la Ciudad de México, o está en Oaxaca en la casa Wabi que fundó, o en Venecia, en España o Nueva York. Pero se siente feliz de exponer en su país. “Siempre es un placer, un gusto volver a exponer en tu tierra y aparte toda la exposición está planteada con la idea de mostrar la obra que hice durante la pandemia, que tiene un contexto totalmente diferente, y estuvo limitada por diferentes variantes”, subraya: “Yo divido la pandemia en dos partes, una que estuvimos en casa Wabi y otra que regreso a Nueva York”. Recuerda: “Me encuentro un Nueva York vacío, silencioso, yendo al estudio totalmente solo, sin muchos pigmentos, con rojos y grises, porque no tenía más, y se me acaban los bastidores y tengo que cambiar de soporte, y tenía que continuar, porque para mí crear es una terapia, una necesidad”, y se sincera: “de chico fui diagnosticado con déficit de atención, con dislexia, hiperactividad, y mi mamá me metió en clases de arte, que me ayudaba a conectarme conmigo mismo”.
Nos cuenta, “cuando termino el primer cuadro, sin pensarlo agarro un palo y lo rasgo, algo que simboliza desesperación incertidumbre y esa obra me inspira, deja una cicatriz en el cuadro, comienzo a hacer obras dentro del marco y ya rasgo las obras premeditadamente. De un gesto espontáneo ya empiezo rajar obras”, y nos muestra una que tiene marcado su puño, que también refleja desesperación, energía, dejarse llevar. Antes nos señala, “hice las esferas, que son de barro, que están hechas en Casa Wabi y tardan tres o cuatro meses en secar, es un espacio muy bueno para la cerámica”.
Las envuelve en hoja de oro, con un efecto impactante. “Una vez atestigü. la compra de comida con sacos y me inspiró para crear una serie con ese soporte tan rural, para pintar con óleo, con oro, y es algo que refleja mi homenaje a lo terrenal, y después pongo hoja de oro en las esferas como agradecimiento al arte con su poder curativo, la música, la literatura, el cine. Nos mostró la pandemia la fuerza de la cultura y esta obra es un canto al poder curativo del arte, sanador, es un tributo al carácter divino también del arte. El saco tiene contexto de austeridad y mezclado con el oro es todo lo contrario y crea un contraste fuerte”. Sacos que son de café, luego de naranjas o de chiles se convierten en el soporte de su obra.
Bosco está muy satisfecho de su éxito en Venecia, que le ha acercado a nuevas exposiciones y museos. Hablamos del estudio recién inaugurado en la colonia Atlampa, “yo quería que toda mi colección recopilada durante años poderla mostrar a la gente que tenga interés en verla, no es comercial, no se vende, es para quien le interesa el arte y mi obra y poder disfrutarla en un buen escenario, y también era una oportunidad de poner juntas las obras que estaban en cajas y poder revivirlas”. Explica. “Se lo propuse a Alberto Kalach que ha hecho una gran obra. Para casa Wabi trabajé con Tadao Ando, era un concepto más de promoción del arte, de residencia”. Por ahí han pasado más de 330 artistas. “El estudio – destaca- también ayuda a revitalizar la zona, a dar acceso al arte en colonias con menos propuestas culturales, creo que el arte se debe comprometer con la sociedad”.
En su regreso al país comenta: “Me tiene impresionado la cantidad de artistas que han venido a vivir a México, no solo coleccionistas, hay mucha energía, buena comida… en eso México ayuda. (sonríe). Sus hijos no siguen la estela de arte, se decantan por la filosofía y el periodismo, “es muy difícil que te vaya bien, es cruel, hay gente joven con mucha obra y no tiene oportunidades”. Sentencia. Recuerda cuando empezaba en Barcelona con un gran grupo de artistas y se lamenta que de ese grupo de artistas solo queda él porque no pudieron o no quisieron seguir. Le dejamos rumbo a Madrid donde presenta siete esferas doradas, en Casa de México y antes de despedirnos nos cuenta que ha comprado un viñedo cerca de Alcalá de Henares, con Tadao Ando en el proyecto “y será un vinazo”, dice orgulloso: “y la primera obra de Tadao Ando en España”. Habla con mucho cariño de Madrid y nos invita a visitar su estudio en Ciudad de México, un paraíso de arte y arquitectura.