¿Quién gana con el miedo?

Por: Octavio Maza

La vida diaria en México se ha transformado por la violencia y, con ello, ha crecido el miedo que experimentamos. Esto nos ha llevado a reforzar la seguridad de nuestros hogares, lugares de trabajo y a generar alternativas de protección.

Esta sensación permanente es un elemento que define la política contemporánea en el mundo. La idea del miedo en la política se desarrolla desde la propuesta básica de Maquiavelo de que es preferible ser temido que amado o, lo que es peor, de que se puede ser amado mediante el miedo. El miedo se vincula con la necesidad de sobrevivir y, por lo tanto, es una condición arraigada en lo más primitivo, frente a las amenazas externas.

En sociedades en guerra, el miedo se convierte en parte fundamental de la conciencia nacional. Aunque México no es propiamente un país en guerra, vive condiciones que, sin duda, se pueden explicar con estos argumentos. Producto de los peligros y el miedo que se experimentan cotidianamente (al crimen, por ejemplo) estamos frente a elementos que justifican sociedades militarizadas e híper vigiladas, todo esto como resultado de elementos reales, pues la amenaza la vivimos todos y es real.

El miedo extremo paraliza a las personas y, en estas condiciones, se prefiere la seguridad a la garantía de los derechos. Todo esto justifica la vida en condiciones de “Estado de excepción”, en el cual las leyes regulares dejan de funcionar. Es decir, el Estado tiene mano libre contra lo que nos amenaza, lo que se configura como una entidad invisible y está al acecho siempre.

El miedo impide el pensamiento complejo

El miedo impide el pensamiento complejo; nos lleva a una condición de reacciones automáticas de sobrevivencia y, algo que es muy importante, provoca la separación de la sociedad entre amigos y enemigos.

El miedo se ha convertido en la emoción política más importante. En su más reciente libro, La vida emocional del populismo, Eva Illouz aborda el tema de cómo el miedo se ha convertido en un arma política, en particular para los gobiernos de corte populista, ya sea de derecha o de izquierda.

La socióloga franco israelí explora el papel que las emociones tienen en la política, en particular el miedo como elemento de control. Cuando se vive con miedo se requiere de un líder que esté más preocupado en matar enemigos que en generar la paz, lo que reproduce el ciclo perverso. De todo esto se deriva la lección de no caer en esos discursos que nos mantienen con miedo y buscar soluciones racionales y meditadas.

Las ideas de esta autora parten de que la población genera explicaciones equivocadas sobre problemas reales; esto provoca que algunos líderes manipulen los sentimientos generalizados para fortalecer el control que tiene sobre la masa, y de manera oportunista, les ofrecen soluciones irreales de sentido común a problemas complejos. Hoy queda claro que las emociones definen la forma en la que las personas interpretan su mundo, deciden y votan.

Octavio Maza. Doctor en Estudios Sociales y profesor investigador del Departamento de Sociología en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA).