Nápoles a la medida – Gentleman MX


Para entender el carácter excéntrico de los sastres no hay mejor obra que Final de partida de Samuel Beckett. En la pieza, un cliente estalla: “Dios hizo el mundo en seis días, me comprende, en seis días. ¡Sí, señor, el mundo! ¡Y usted no es capaz de hacerme un pantalón en tres meses!”.

“¡Pero Milord! ¡Milord! Mire (gesto despreciativo) el mundo (pausa) y mire (gesto amoroso, con orgullo) mi pantalón”, es la respuesta del sastre, completa de indicaciones escénicas. Podría pasar por un retrato exagerado y, sin embargo, dejando a un lado el teatro del absurdo del ganador del Premio Nobel y entrando en aquello de los artesanos de aguja e hilo, es hasta demasiado realista. Los sastres son todos seres particulares, y los de Nápoles son, por su propia admisión, los guardianes de los secretos del buen gusto.

Algunos signos distintivos de sus sacos, reconocidos en todo el mundo por ejemplo son la ligereza por el escaso relleno, pero también las mangas más estrechas y cortas, las solapas más anchas y los bolsillos en forma de barco. Luego, por supuesto, cada sastre siempre añade, en las palabras del famoso actor napolitano Totò, su: “Punto, punto y coma, un punto y un punto y coma”. Así ha sido, solo por nombrar algunos, para Angelo Biasi (el sastre de los sastres del siglo XX), Vincenzo Attolini (quizás el verdadero deus ex machina de la sastrería napolitana), Salvatore Morziello (el sastre de monarquías y repúblicas), las corbatas de Eugenio Marinella (al cuello de todo hombre importante desde 1914), pero también para Gennaro Rubinacci (el Andy Warhol de la sastrería con su Factory llamada London House).

Tanto antes como ahora uno de los problemas de la sastrería de Nápoles es que su maestría ha llevado a los artesanos a perder de vista la importancia de promocionarse como grupo en un mundo cada vez más dominado por holdings y multinacionales. Para resolver, al menos en parte, este problema, el pasado mes de enero nació una interesante asociación: “Mani di Napoli”, manos de Nápoles, administrada por Giancarlo Maresca como presidente y Damiano Annunziato como vicepresidente, quien, junto con su esposa Cristina, dirige también la sastrería Dalcuore.

“Nunca los maestros que guardan los secretos del buen gusto napolitano se habían unido en un organismo como este, es algo que siempre había faltado”, anunció Maresca, enumerando los 21 maestros divididos en Salas de Arte (sastres, camiseros, fabricantes de corbatas, zapateros,…) que, por el momento, forman parte de ella.

Entre ellos, además de la sastrería Dalcuore, también, la sastrería Sabino, Ugo Cilento, la camisería Anna Matuozzo, las mancuernillas de Cristiano Barbarulo y el antiguo fabricante de corbatas Annalisa Calabrese. Aparentemente el proyecto ha despertado el patriotismo napolitano y la conciencia de que la unión hace la fuerza. Para transmitir, promover y garantizar en el tiempo otra excelencia del made in Italy.





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